La hoja en blanco fue durante algunos años el refugio de muchas personas que buscaban en sus palabras encontrar un eco o una contestación a sus preguntas, dudas y necesidades, sin embargo, un día. La hoja en blanco se vistió de luto cuando Claudia Cervantes dejo de deleitarnos con su escritura, misma que hallábamos en un diario capitalino y muchas personas como yo nos preguntábamos porque ya no podíamos seguir leyendo todo lo que esta vieja escritora -que habitando el cuerpo de una joven mujertenía que contar. Durante algún tiempo pensé que un espíritu como el de Claudia no estaría sin hacer nada con todo ese trabajo que por años le había entregado a sus lectores, supuse que además de escritora también debía ser una prodigiosa del arte de bordar, pues seguramente estaba bordando una mejor historia para compartir y efectivamente al estar hilvanándola fue como se le presento el mejor regalo que hay para un escritor, una hoja en blanco y en ella empezó a crear un libro con todo el material de La hoja en blanco.
Una página en blanco seduce, la sola idea de escribir una palabra cargada de sentido que pueda hacerse acompañar de muchas otras que le den la fuerza para poder horadar, construir, liberar, abrir, restaurar, sanar la mente de quien lee lo que esta lectura ofrece. Esto es una ardua tarea de entusiasmo, entendido desde el punto de vista griego, entheos, que es Dios dentro de sí mismo, y el escritor permite que el entheos le dicte las cosas más insospechadas que pueden llenar de alegría o tristeza los sentimientos de quienes se topen con su creación. En dicha tarea se encuentra la voluntad que es un ejercicio constante de construir con palabras para nombrar y jugar con la polisemia del lenguaje.
En esta lectura encontraran una clasificación de tres temas esenciales en la vida de todo ser humano: Creo, Existo y Puedo. La autora nos entrega en un instante lo que nos sucede y que en ocasiones nos es incomunicable, en cada una de sus reflexiones nos da aliento y permite también que el lector se encuentre en su lejanía y que resuelva que no está solo, les ofrece la oportunidad de reconocerse a través de las historias de otros que si bien es cierto son las de cualquiera que ha llorado, amado, sufrido, trabajado, o fracasado, pero que gracias a todo esto tienen algo que decirle a los demás o bien ella rescato eso para decírnoslo y permitirnos encontrar en la simplicidad de lo ajeno una enseñanza de vida o una nueva razón para seguir luchando, para seguir leyendo y creyendo en las historias, en la vida, en TU VIDA, en tu hoja en blanco.
Georgette Rivera Aguilar
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